El reloj de las princesas marcaba las 21,55 horas y a las 22,00 en punto , como todas las noches, había que estar en la cama para dormir.
Lucia preparó sus cosas para el cole, comprobó minuciosamente que mamá le había preparado la ropa que ella quería llevar y se acostó. Papá, como cada noche se acercó a arroparla , pero aquella noche era una noche especial. A media mañana se le había caido el diente que tenía colgando desde hacía días pero se había portado un poquito mal durante todo el día , así que papá le recordó que esa noche el ratoncito Perez la visitaría pero que posiblemente no le dejaría nada debajo de la almohada por sus travesuras.
Lucía, medio dormida ya, miró a su padre con ternura le dió un besito y apagó la luz. Cuando papá salio lucía se volvió y miró al fondo de la habitación donde un ser pequeñito con orejas puntiagudas vestido con tirantes y pantalón corto le guiñaba un ojo y sonreía enseñando dos grandes paletas.
Que tontitos son los papis, pensó y cerrando los ojos se quedó dormida.
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