jueves, 18 de febrero de 2010

Arco de las monjas de Vejer (Acuarela)


LORENZA REPETO DEPOSITÓ SUS ÚTILES DE TRABAJO EN LA TAQUILLA DESTINADA AL EFECTO.


ESCOBA, FREGONA Y PAÑOS PARA EL POLVO QUEDARON DESCANSANDO HASTA LA MAÑANA SIGUIENTE.

HOY, SEGÚN LA ENCARGADA DEL TURNO, IBAN A FUMIGAR LAS OFICINAS Y SALDRÍAN DE TRABAJAR TRES HORAS ANTES A DESCONTAR, POR SUPUESTO, DEL SUELDO.

SALIÓ POR LA PUERTA DE SERVICIO DEL EDIFICIO SITUADO EN EL CENTRO DE LA CIUDAD, SE DESPIDIÓ DE SUS COMPAÑERAS DE TRABAJO Y SE DIRIGIÓ CON PASO RAPIDO HACIA LA ESTACIÓN DE METRO MAS CERCANA.

HACÍA FRIO Y CAÍA UNA LLOVIZNA PERSISTENTE QUE CALABA HASTA LOS HUESOS.

DESPUÉS DE DOS TRANSBORDOS DE METRO TOMÓ EL AUTOBÚS DE LINEA EN LA PARADA 17, SALUDÓ AL CONDUCTOR, EL CUAL CONTESTÓ CON UN GRUÑIDO Y SE AGARRÓ COMO PUDO A UNO DE LOS ASIENTOS CUANDO EL VEHÍCULO ARRANCÓ DE GOLPE.

DESPUÉS DE QUINCE MINUTOS DE VIAJE EN SILENCIO LLEGÓ A LA PARADA CERCANA A SU BARRIO.

EN EL CAMINO A CASA, EN UNA PLAZUELA LLENA DE PAPELES Y PINTADAS, EN MEDIO DE UN GRUPO DE CHAVALES, SE ENCONTRABA JAVIER, SU HIJO DE QUINCE AÑOS QUE FRUNCIÓ EL CEÑO AL VERLA.

- JAVI HIJO, ¿HAS HECHO LOS DEBERES?

EL CHICO MIRÓ HACIA OTRO LADO CON FASTIDIO, IRRITADO POR LAS MEDIAS SONRISAS DE SUS AMIGOS.

-ANDA VIEJA PIERDETÉ.

LORENZA SE QUEDÓ UNOS SEGUNDOS MIRÁNDOLO, BAJÓ LA CABEZA CON TRISTEZA Y REANUDÓ EL CAMINO HACIA SU CASA.

SUBIÓ LAS ESCALERAS INTRODUJO LA LLAVE Y ABRIÓ LA PUERTA.

LA CASA ESTABA A OSCURAS Y COMO CADA NOCHE CUANDO REGRESABA ENTRÓ EN LA HABITACIÓN DE LA ALEGRÍA DE SU VIDA, SU HIJA MARÍA.

ENCENDIÓ LA LUZ Y OBSERVÓ QUE TODO ESTABA EN ORDEN. SABOREÓ EL AROMA DEL PERFUME DE MARÍA Y, SE DISPONÍA A SALIR CUANDO VIÓ LA NOTA PINCHADA EN EL TABLERO DE CORCHO:

“MAMÁ CUANDO LEAS ESTO YA ESTARÉ LEJOS. ME VOY CON RICHI A BARCELONA A BUSCAR TRABAJO. PERDONAMÉ PERO TENEMOS QUE INTENTARLO.

EL DINERO QUE TE HE COGIDO DE TU CAJÓN TE LO DEVOLVERÉ EN CUANTO COBRE EL PRIMER SUELDO.

TE QUIERO. MARÍA “

SE SENTÓ EN UNAS SILLA Y LLORÓ EN SILENCIO HASTA QUE SE QUEDÓ SIN LAGRIMAS. HECHÓ UN ÚLTIMO VISTAZO A LA HABITACIÓN Y SALIÓ.

SE DIRIGÍA POR EL PASILLO HACIA LA COCINA CUANDO CAYÓ EN LA CUENTA DE QUE POR LA PUERTA LIGERAMENTE ABIERTA DE SU DORMITORIO SE ESCAPABA UN HAZ DE LUZ. SE ACERCÓ Y LA TRISTEZA QUE LA INVADÍA SE TORNÓ EN ASCO CUANDO SUS OJOS SE POSARON EN GERARDO, SU MARIDO, QUE PELLIZQUEABA LOS PEZONES DUROS Y JÓVENES DE UNA CHICA SEMIDESNUDA EN SU PROPIA CAMA.

DESPUÉS DE UNOS SEGUNDOS DE INDECISIÓN SE GIRÓ, SALIÓ DE LA CASA Y SUBIÓ A LA AZOTEA.

YA NO LE QUEDABA LÁGRIMAS NI GANAS DE LLORAR. ASPIRÓ PROFUNDAMENTE EL AIRE FRIO DE LA NOCHE, AGRADECIENDO LA LLUVIA QUE, AMABLEMENTE, LE HUMEDECÍA EL ROSTRO.

ENCENDIÓ UN CIGARRILLO Y DESPERTÓ DE SU SOPOR CUANDO, BASTANTE MAS TARDE, VIÓ COMO LA CHICA QUE ESTABA CON SU MARIDO SALÍA DEL PORTAL Y SUBIENDOSE EL CUELLO DE LA CHAQUETA SE ALEJABA CON PASO RÁPIDO CALLE ABAJO.

¿QUE EDAD TENDRÍA? DIECINUEVE, VEINTE.

-PODRÍA SER MI HIJA, PENSÓ.

TOMÓ AIRE, SE SECÓ UN POCO LA CARA Y ESTIRÓ SU VESTIDO.

BAJÓ LA ESCALERA Y DESPUÉS DE DIEZ SEGUNDOS DELANTE DE LA PUERTA, TOTALMENTE INMOVIL, LA ABRIÓ.

-¡HOLA CARIÑO, YA ESTOY EN CASA!

Y DESPACIO, PARA NO MOLESTAR A LOS VECINOS, LA CERRÓ TRAS DE SÍ.


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